El cuerpo se ha quedado
sin asombros.
Desvestido de ilusiones
se ha dormido
en siesta eterna.
Sin presencias amorosas
sin el soplo de otro cuerpo.
Solitario consumido
ha perdido su sustancia.
Ve partir hacia la nada
su sentir su palpitar.
Sólo queda en la vidriera
un estuche sin caudal.
Un estuche pordiosero
cuerpo frío
cuerpo solo
que no escucha un solo trino.
Sólo el eco de un recuerdo
que se ha ido
y lo mira desde lejos
como miran los espejos
el pasar de los espacios recorridos.
BEATRIZ OJEDA
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